07 noviembre, 2006


Fuera de las estancias, a cielo abierto, a átomos envuelto se esfuerza la luna en ser metal brillante en los espejos. Y las agujas marcando inútilmente horas extrañas, ausentes de la arena que va marcando el transitar de los espacios. Una ventana aún encendida enviste con su dureza la oscuridad y, lejanas, las aguas encogidas se esconden en las fuentes cerradas. Agua, brillante espejo en movimiento, arrastrando la tierra y mezclándose con el aire, combatiendo el enemigo común, el fuego...
Y fuego vino a ser esta ventana para el cielo oscuro y la noche eterna de estrellas entregadas a la incandescencia del metal. Gotas de acero bordean los cristales, gotean marcando un ritmo continuo: fischss, poc...fischss,
poc...fischss, poc!
De pronto un gato sin orejas vino a pasar por debajo y una gota del acero se hundió en su lomo.
Ahora pasea un trozo de luna y estrellas por los tejados abiertos y las gatas que antes amaba huyen de su luz incandescente. Así de peligrosas son estas ventanas solitarias de locos nocturnos y otras especien en extinción... así se juega la luna su belleza, compitiendo con el acero de los gatos callejeros, estrellas de luz abiertas a la mar de la noche extraviada. L.D.S.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Solo decir, Precioso
Môs